Tumbada en la cama empezó a pensar en aquel chico, SU chico. Empezó a recordar muchos momentos, peleas, risas, días de felicidad eterna, caídas, todo el cariño, el deseo que se tienen, besos robados, caricias, todo. Aquel chico la hacía realmente feliz, y no sabía la suerte que tenía de tenerlo a su lado, la levantaba cuando caía, la hacía reír cuando lloraba, la besaba y abrazaba a todas horas, él era perfecto. En ese momento se dio cuenta de que cada segundo, cada paso, cada error, cada momento la habían conducido hacía él, y lo agradeció, porque él le daba fuerzas. Cerró los ojos pensando en las ganas que tenía de verlo mañana y comerse su ronrisa.
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